3.3.06

EL MOJÓN MÁS GRANDE DEL MUNDO


Siempre he pensado que cagar es un deporte. Si, un deporte ya que eliges un horario para practicarlo, demanda esfuerzo y activa algunos músculos del cuerpo.

Por asuntos de pega y las clases en la universidad había acostumbrado a mi cuerpo para que defecara cada noche pasada las 11. ¿Por qué? Bueno, porque a esa hora puedo sentarme en el water con la puerta abierta, leer tranquilamente sin que nadie webee y porque subentiendo que siempre estaré en lugar seguro cuando se produzca el llamado de la selva.

Pero aquella noche era distinta, era la gran noche. Tras tres meses de pololeo con Pamela, ella quería presentarme a su familia. Y como decirle “no, lo siento a esa hora estoy cagando”, fue imposible eludir el compromiso, así que a la guerra nomás.

Era una de esas casas antiguas que se ubican detrás de la Plaza Ñuñoa. Pamela viene de una familia con apellido. Su papá trabaja en la CEPAL y la señora tiene una boutique en Alonso de Córdova. Apenas toco el timbre, Pamela sale a recibirme.

Tomados de la mano entramos y están todos en el living. Parece un maldito comercial del Opus Dei pero es verdad. Tras un breve diálogo con la familia con preguntas como “¿le costó mucho llegar?” ó “cuando empiezan de nuevo las clases”, pasamos a la cena.

La mesa es grande y ellos quieren conocerme. Trato de no echarme demasiada comida a la boca para así poder hablar sin que ninguna partícula vuele en dirección desconocida. Me hacen preguntas, al caballero le gusta el cine clásico y como me manejo en el tema, hablamos de Houston, de Ford, de Cassavettes, de Hitchcook. Estoy dejando una grata impresión hasta que por casualidad miro la hora y faltaban 5 minutos para las 11. La hora fatal. Chesumare. Y justo aquí.

Pese a los 30 minutos de arduo trabajo retrasando el acto de cagar, el estomago es drástico y no perdona. Pido disculpas y le pregunto a mi polola donde se ubica el baño. Cuando llego y me siento en el water, es un alivio total. El lugar es grande y no necesito abrir la puerta para estirar las patitas. Cagar es un deporte placentero, sobre todo cuando salen esos mojones grandes que demandan un gran esfuerzo lanzarlos al mundo. Esta era una de aquellas ocasiones.

Antes de tirar la cadena, quizás por curiosidad o simple hábito, miro todo lo que he echado fuera. Y debo reconocer que aquel era el mojón más grande del mundo. Una masa de color café con incrustaciones de tono oscuro. Era un súper mojón de dimensiones épicas.

Pienso que la hora avanza, estoy en casa ajena y ya es hora de despedirme del súper mojón. Con tristeza tiro la cadena. Espero que a que el agua empiece a llenar el estanque, corro las ventanas para que se vaya el mal olor y abro de nuevo encontrándome con la sorpresa que seguía allí. Mala raja, pensé y tiré del botón nuevamente pero el zurullo nadaba a gusto en el water de la casa de mi polola.
Y así habré tirado la cadena unas 7 u 8 veces y nada. Para mi espanto, súper mojón se negaba a entrar al alcantarillado. ¿Cómo me saco de encima a este pinche surullo? ¿Cómo le hago entender que hace 10 minutos debería haber salido del baño y estar comiendo el postre mientras convenzo al dueño de casa que su hija está en buenas manos?

“El pueblo unido jamás será vencido” recordé y con la ayuda de un llavero con punta que nunca más volví a utilizar, partí en dos al mojón más grande del mundo. Con cara de triunfo, oprimí el botón del estanque y el agua se llevó a La Bestia. Había derrotado al Monstruo. Ahora, ¿Con qué cara explicaría a la familia de Pamela el motivo de mi retraso en el baño?

Bajé la escala con cuidado y me acerqué a la mesa con cautela. Algo había en mi cara que hizo que Pamela no pudiera reprimir la risa y todos le siguieron. Mi abuelo alguna vez me dijo que las mujeres eran como los boxeadores, hay muchas pero sólo algunas son las que se recuerdan. Y parece que estaba con una de ellas.

Santiago, 02/03/06



Alfonso Muñoz

3 comentarios:

Unknown dijo...

Increible, pero cierto, te felcito por domar a la bestia. Yo creo que todos alguna vez pasamos por eso. Pero las circunstancias precisas que narras lo hacen más interesante. Saludos a tu chica, si es que todavia lo es :p

Anónimo dijo...

guau meo mojon pero yo hago uno mas grande qe ese incluso el mio no cave en el water xau.


bestia mas grande, jaaaaaajajajajajajajajajajaja


porciacaso mi mojon pena el las noches

Anónimo dijo...

Los mojones pueden ser una obra de arte. Sentir orgullo depende del artista, y al que no le guste ..sea quizas por el olor. El truco es disfrutar y relajarse siempre al hacerlo. Lo mejor de todo, es que es una pintura que no es necesario mirar mientras la creas. Felicitaciones por el tuyo