23.3.06

ADEUS


Y corrimos por los prados
mientras el cielo estallaba en pedazos
mientras la gente caía a nuestro paso
“polvo al polvo”.

Una carretera infinita en espiral
y cientos de pueblos a su orilla
con sus casas

plantaciones
animales
ilusiones
difusos fantasmas empolvados

Las pelotas de trapo
perdidas aquellos días domingo
de rezos tibios
abrazos cariñosos
palabras de consuelo para el pueblo
pancito para las palomas.

Las señoritas paseando melancólicas
cuando cae la tarde sobre el alma
Besos impacientes
de aquellos enamorados
de huidizo fin de semana

El cura de la parroquia
conversando en la fuente de soda
con quienes duermen la mona
de toda una vida
de esperanzas dormidas
de ensayos del ser

El regocijo de los niños
mientras se tiran agua
con una manguera
El regocijo mío
cuando veo pasar el mundo frente a mí
en un segundo
un cuadro de 6 x 6
a mil por hora
y el tiempo ya no es tal
es solo la imaginación.

Ya el sueño desaparece
y comienza otro
mientras buscamos quién sabe qué
quizás nada
¿el fin de algo?
¿entender un origen, el Origen
Solo eso

y a lo mejor todo.

La vida resumida en un haiku
para tardar de todos modos
una vida completa, si es que
en comprenderlo.

La muerte reducida al silencio
con sendas correas de hule
atrapándole los brazos
y un puñado untado en cloroformo
para adormecerla.

Creíste que la escena ya pasó
pero puede ser solo una imagen
que pertenece a una larga película
la extensión en comparación…
un camello cruzando el desierto
una tortuga a la deriva en el océano
el hombre viajando a la luna
un viejo desmayándose en la plaza
la vecina yendo a comprar a la esquina
los niños escapándose del colegio
profesores llorando antes de dormir
y todos juntos
reencontrarnos en un segundo
en el Cielo
jugaremos naipes españoles
mientras Dios duerme la siesta
mientras pasa la borrachera
mientras sueña
aún con nosotros
aún
tan solo aún…


Jaime Quezada Ortega

19.3.06

AB#1 - AB2

en AB3

8.3.06


Ahí sigue ella,
entre claveles y suspiros que anochecen
masturbándose furiosamente
en sus fantasías de adolescente
de tiempo obtuso que viaja en paralelo
a la realidad que duele
de recuerdos amarrados a saudade que mata
y oscurece
Redime en su mente, de niña ahogada
en lo extenso de las calles
que despierta al descontrol
en los paseos por los parques
Sus manos buscan
mirando hacia atrás
en rostros
voces perdidas
Se consume al no encontrar
al comprender el daño sin piedad
Recorre parpadeo tras parpadeo
el método que escapó a la razón
Su vista clavada en las palabras
las promesas
los rezos
Su corazón intacto
en la individualidad del miedo que bloquea
La inoperancia sistemática
de la aniquilación del verbo que descansa
en el silencio
en la pausa necesaria
para evitar evitarse
para borrar lo indecible
el desgobierno
Su alma en la despensa
a vista y paciencia
pero escondida
A vista y paciencia
la ilusión
No era
y si fué
Sólo Dios sabe qué.


Jaime Quezada Ortega

7.3.06


Si te cuentan que caí muy lejos del lugar donde mataron tu sonrisa,
es cierto.
Fue un asalto de otoño que las noticias inventaron para aparecer en los diarios.
La sangre cubrió mis pasos,
la Muerte se lavó las manos con agua bendita
y alguien gritó gooool en pleno funeral.
Me voy al subsuelo,
ya no me encontrarán los lobos,
Sólo moriré invernando tapado en razones que no sirven para nada más.


06/03/2006
23:10 horas


Alfonso Muñoz

6.3.06

05/03/06



















05/03/06_EL DERRUMBE DE LA UTOPÍA

La llamas recalientan el metal, el personal ya ha sido evacuado hace horas y los peatones y la prensa se acumulan ordenadamente en las veredas aledañas de la Av. Alameda cuando la megaestructura de acero del edificio del actual centro de convenciones del Ministerio de Defensa, cede sin riesgo para sus ocupantes, derrumbándose solo una parte de la estructura y así resguardando la seguridad del resto del edificio. La imagen es espectacular, no talvez a la escala de un WTC, pero ante lo que significa este elefante edilicio para la historia de nuestro País, si lo es. Momento de sentido para muchos, unos respiran con alivio ante la caída de lo que durante los 80 y los 90 se calificó ignorantemente como “arquitectura fea”, y “aberración urbana”, producto principalmente de sus asociaciones simbólicas con el poder militar de la Dictadura, otros suspiran y se lamentan por la injusta desaparición de un emblemático monumento institucional representativo del glorioso pasado chileno, aquel que vislumbró el proyecto moderno en toda su posibilidad. Un edificio que producto de su violento destino, no ha tenido ni tendrá la reivindicación histórica que se merece.

El ahora infamemente conocido como edificio Diego Portales tuvo un breve pero glorioso pasado. Construido en 1972 para albergar la tercera conferencia de la Comisión de las Naciones Unidas para el Desarrollo de América Latina, UNCTAD III, constituyó la gran obra de arquitectura moderna institucional del gobierno socialista de la Unidad Popular, con la cual, el gobierno de Salvador Allende demostraba la viabilidad de un proyecto socialista elegido democráticamente, frente a las altas exigencias económicas y técnicas del nuevo sistema económico mundial. Levantada su estructura principal en 100 días, el edificio de convenciones de la UNCTAD III, se llamó originalmente edificio Gabriela Mistral y pasaría a albergar luego las oficinas de un futuro ministerio de cultura; la planificación de su construcción significó para la comunidad profesional un inmenso proyecto cultural que buscó integrar las disciplinas de la construcción, la arquitectura y las artes visuales, en un programa de cooperación e integración mutua. Para esto se proyectaron obras originales de los principales artistas modernos nacionales de la época, adecuadas a los formatos determinados por la estructura del edificio, que además esperaba por la llegada de una colección de obras donadas por los más renombrados artistas internacionales. El proyecto de la UNCTAD III representó los más altos valores del pensamiento y la planificación moderna y demostró que nuestro País se encontraba a la altura de los tiempos que se vivían y dispuesto a continuar la difícil pero orgullosa empresa de lograr un modelo de modernidad sustentable y sin contradicciones sociales. Los ideales humanistas y progresistas se encontraban reunidos en este proyecto enteramente Chileno, que ante todo llenó al País de luces y esperanzas de una vida urbana armónica entre Población, Estado y Comunidad Internacional. El edificio Gabriela Mistral fue concebido para ser el edificio del Pueblo y de las Naciones. Es la única megaestructura auténticamente utópica que nuestro País fue y ha sido capaz de levantar en nombre de los ideales modernos de progreso e igualdad ante un mundo en acelerado desarrollo de las desigualdades.

Todos sabemos que esta historia no se realizó. Todos crecimos pasando al frente de un gigantesco e inexplicable edificio gris, de absurdas proporciones, inaccesible y hostil, cerrado a todos y a todo, detrás del cual se escondía la infamia organizada y así estaba bien. Pues tal tristeza solo podía habitar en un monstruo de tales características, nuestra propia Estrella de la Muerte, nuestro propio Castillo de Krull, en la mitad de nuestro propio Santiago de Chile, vigilándolo todo sin mirar a nadie, diciéndonos que la muerte aún reinaba nuestras tierras y nuestros cuerpos. Detrás de aquellos rincones oscuros se encontraban vistosos vitrales y modernas obras de arte que, cuando no desaparecidas y desmanteladas, yacen cubiertas de un espeso polvo gris; detrás de aquellas rejas se extendían suelos pensados para ser caminados e inventados día a día por los habitantes de la ciudad, rincones para ser colonizados por historias de amor y por conspiraciones a favor de la inspiración y la amistad. Todo ese polvo pegado a nuestra historia es el futuro que nos fue negado a cambio de olvidarnos de lo que esperábamos de nosotros, a cambio de vivir nuestro presente con los ojos puestos en el afuera de los otros y no en el adentro que nos pertenece a todos.

En lenta recuperación y paciente espera, el edificio Gabriela Mistral aguardaba por devolvernos la dignidad cultural. Víctima y ejemplo de la violabilidad simbólica de las instituciones y de sus monumentos, nos demuestra que tan intercambiables son las imágenes de lo bueno y lo malo para una sociedad que se halla bajo control y en aparente libertad, que la memoria de una nación no se sostiene bajo presión más de 15 años y que luego se presta a la más absoluta reprogramación de las necesidades y las expectativas. Así se cumple un ciclo casi perfecto de transformación estructural de nuestra sociedad llevado a cabo por la clase política en su totalidad, a partir de los días de la crisis de la Unidad Popular y que casi sin discontinuidades nos hace creer que vivimos en una realidad distinta de hace 15 años, que la dictadura fue algo muy diferente de la actual democracia y que todo indica que, votando por nuestros políticos y por nuestros empresarios nuestras vidas estarán en buenas manos, con trabajo y sueldos, con flexibilidad laboral y previsión social, y que juntos, levantándonos cada mañana sin pensar en nuestro porvenir y siendo ante todo respetuosos de nuestros patrones, avanzaremos hacia un mejor País.

Y así como se derriten nuestras posibilidades de confiar en un país organizado entre sus estratos sociales, políticos y simbólicos, inexplicablemente surgen llamas del subsuelo que antiguamente albergó un casino abierto a toda la ciudadanía, tranquilamente ascienden por el gran salón de conferencias hasta la solemne estructura de la techumbre que cubre y enmarca las distintas salas del complejo y derriten el acero de nuestro edificio Gabriela Mistral, a días del cambio de mando que cerrará exitosamente la larga y complicada ingeniería política de la Concertación y dará paso a lo que será el encandilante resplandecer del nuevo modelo económico norteamericano, corregido y perfeccionado por la elite de los suches de la economía mundial, aquí en nuestro mismo Chile, y con aroma a proyecto social.


Pablo Fuentes Cárdenas


3.3.06

EL MOJÓN MÁS GRANDE DEL MUNDO


Siempre he pensado que cagar es un deporte. Si, un deporte ya que eliges un horario para practicarlo, demanda esfuerzo y activa algunos músculos del cuerpo.

Por asuntos de pega y las clases en la universidad había acostumbrado a mi cuerpo para que defecara cada noche pasada las 11. ¿Por qué? Bueno, porque a esa hora puedo sentarme en el water con la puerta abierta, leer tranquilamente sin que nadie webee y porque subentiendo que siempre estaré en lugar seguro cuando se produzca el llamado de la selva.

Pero aquella noche era distinta, era la gran noche. Tras tres meses de pololeo con Pamela, ella quería presentarme a su familia. Y como decirle “no, lo siento a esa hora estoy cagando”, fue imposible eludir el compromiso, así que a la guerra nomás.

Era una de esas casas antiguas que se ubican detrás de la Plaza Ñuñoa. Pamela viene de una familia con apellido. Su papá trabaja en la CEPAL y la señora tiene una boutique en Alonso de Córdova. Apenas toco el timbre, Pamela sale a recibirme.

Tomados de la mano entramos y están todos en el living. Parece un maldito comercial del Opus Dei pero es verdad. Tras un breve diálogo con la familia con preguntas como “¿le costó mucho llegar?” ó “cuando empiezan de nuevo las clases”, pasamos a la cena.

La mesa es grande y ellos quieren conocerme. Trato de no echarme demasiada comida a la boca para así poder hablar sin que ninguna partícula vuele en dirección desconocida. Me hacen preguntas, al caballero le gusta el cine clásico y como me manejo en el tema, hablamos de Houston, de Ford, de Cassavettes, de Hitchcook. Estoy dejando una grata impresión hasta que por casualidad miro la hora y faltaban 5 minutos para las 11. La hora fatal. Chesumare. Y justo aquí.

Pese a los 30 minutos de arduo trabajo retrasando el acto de cagar, el estomago es drástico y no perdona. Pido disculpas y le pregunto a mi polola donde se ubica el baño. Cuando llego y me siento en el water, es un alivio total. El lugar es grande y no necesito abrir la puerta para estirar las patitas. Cagar es un deporte placentero, sobre todo cuando salen esos mojones grandes que demandan un gran esfuerzo lanzarlos al mundo. Esta era una de aquellas ocasiones.

Antes de tirar la cadena, quizás por curiosidad o simple hábito, miro todo lo que he echado fuera. Y debo reconocer que aquel era el mojón más grande del mundo. Una masa de color café con incrustaciones de tono oscuro. Era un súper mojón de dimensiones épicas.

Pienso que la hora avanza, estoy en casa ajena y ya es hora de despedirme del súper mojón. Con tristeza tiro la cadena. Espero que a que el agua empiece a llenar el estanque, corro las ventanas para que se vaya el mal olor y abro de nuevo encontrándome con la sorpresa que seguía allí. Mala raja, pensé y tiré del botón nuevamente pero el zurullo nadaba a gusto en el water de la casa de mi polola.
Y así habré tirado la cadena unas 7 u 8 veces y nada. Para mi espanto, súper mojón se negaba a entrar al alcantarillado. ¿Cómo me saco de encima a este pinche surullo? ¿Cómo le hago entender que hace 10 minutos debería haber salido del baño y estar comiendo el postre mientras convenzo al dueño de casa que su hija está en buenas manos?

“El pueblo unido jamás será vencido” recordé y con la ayuda de un llavero con punta que nunca más volví a utilizar, partí en dos al mojón más grande del mundo. Con cara de triunfo, oprimí el botón del estanque y el agua se llevó a La Bestia. Había derrotado al Monstruo. Ahora, ¿Con qué cara explicaría a la familia de Pamela el motivo de mi retraso en el baño?

Bajé la escala con cuidado y me acerqué a la mesa con cautela. Algo había en mi cara que hizo que Pamela no pudiera reprimir la risa y todos le siguieron. Mi abuelo alguna vez me dijo que las mujeres eran como los boxeadores, hay muchas pero sólo algunas son las que se recuerdan. Y parece que estaba con una de ellas.

Santiago, 02/03/06



Alfonso Muñoz