Yace bajo la piel de nuestros hombres y se extiende a la mujer por vía del régimen social patriarcal, consiste en producir la voluntad de autoabolición en la pulsión revolucionaria, confundiendo la transformación con el sacrificio. Es fundada con el mito del Cristo, desde el momento en que este es muerto por sus enemigos y su empresa sublimada socialmente en la leyenda de la resurrección. El amor revolucionario conduce a Jesus al Cristo, al choque con la estructura del Poder, por cruzar sus limites su camino es alcanzado con la muerte –se le amenaza y se le asesina– y es engañado con la idea del triunfo en el más allá. Se le convence de una continuación de la vida sin cuerpo ni dolor en una tierra que es el lugar verdadero del hombre. La empresa humana es reducida aun estadio menor, un lugar por el que no hacer mayores esfuerzos, un lapso para dejar pasar, incluso la vida humana pierde valor.
Jesús fue un buen hombre, de eso muchos podemos estar de acuerdo; pero tiene un mal karma: el Karma del Cristo. Lo tiene incluso si vivió o no, de ambas maneras es un ensamblaje arquetípico político y mediático ideado en los concilios católico-romanos a partir de su muerte. El poder se apodera del cuerpo del espíritu libre y lo pasea en su carroza para enterrarlo en su jardín. El amor revolucionario es identificado, seguido, reducido, pisoteado, torturado y asesinado, su cuerpo humillado publicamente y su nombre inscrito en las lineas enemigas, su ejemplo fagocitado y tergiversado demagógicamente. En eso ha consistido la historia cristiana. Su ejemplo de vida reproducido durante dos milenios ha extendido su karma en toda la población terrestre, aplicado con el anestesiante de la idea infundada, pseudocientífica, de la elevación del cuerpo a un plano superior de experiencia con la existencia de un mundo de mayor valor vivencial solo alcanzable con la muerte. Es decir que la vía del amor revolucionario debe alcanzar la muerte a determinada intensidad para encontrar el espacio real de la revolución: el cajón.
El Cristo le acaece a Jesús a sus 33 años: por llevar al límite su pensamiento de juventud perdió la vida y sus palabras fueron convertidas en la consigna de sus enemigos. Para el inconsciente revolucionario cara a cara con el verdadero mensaje la amenaza es frontal: la mitad de la vida se pierde si abrazas la subjetividad revolucionaria: live fast die young: ahí radica el engaño. Si abrazas el amor revolucionario te mueres o bien tu proyecto fracasa. Esta es la amenaza de muerte implicada en el mito de Jesucristo: el Jesús que abraza el amor revolucionario es convertido en el Cristo que se hace sacrificar en defensa de sus ideas, el que lleva la pulsión demasiado lejos, el que da su vida por su elección de vida, el Cristo que triunfa aunque haya muerto, peor aun, que triunfa porque muere. Así triunfa un revolucionario: muriendo. Qué dedo en el culo nos han metido!! Un relato mezquino y traumático para inducir al sujeto a abandonar su proceso de transformación antes de que este cuaje en pulsión revolucionaria. A través del miedo a la muerte y la más descarnada amenaza de injurias.
Cómo podemos hacernos construir por la historia de un proceso de vida incompleto!! Acabado funestamente!! Un hombre que en la cima de sus convicciones pierde la vida!!, un hombre que por amar en demasía se causa la muerte!!, cuyas ideas son tomadas del pescuezo y humillantemente utilizadas para servir al engrandecimiento del régimen de la mezquindad mercantil. Y con premio de consuelo infinito para permanecer felizmente engañados por siempre!! Anestesiados en la eternidad del trauma celeste. Que operación simbólica mas genial del fascismo prehistórico. Cómo podemos seguir el ejemplo de un joven que ve truncada su vida, pisoteado por canallas sin poder ver completo el proceso de su transformación ni el de sus amigos. Que pérdida de la esperanza más atroz es esa!! Infundada y difundida por personas mezquinas y traicioneras que hace muchos años atrás se hicieron del poder ante la precariedad defensiva de la tierra. Estúpidos inteligentes y canallas ya los hay desde aquellos tiempos.
Muchos niños, jóvenes y adultos de espíritu indomable han abrazado el amor revolucionario, mujeres y hombres, parejas y comunidades. Muchos de alguna manera no han logrado extender su proceso más allá de la mitad, jóvenes valiosísimos, importantes para todos, hombres y mujeres fuertes, magos y magas laicos, limpios de relatos prestos a mejorar el mundo, casi todos muertos. De alguna manera realizan la acción marcada con el numero 33. Morirás en la mitad de tu vida por erigir en tu cuerpo la libertad. Malditos cabrones.
John Lennon, Che Guevara, Manuel Rodríguez, Salvador Allende, Alex Lemun y Matías Catrileo, Lenin, Jimmy Hendrix, Martin Luther King, Ladi Di, John Kennedy, Marilyn Monroe, James Dean, Jim Morrison, Brian Jones, Luca Prodan, Marc Bolan, Michel Foucault, Gilles Deleuze, Felix Guattari, Roland Barthes, Guy Debord, Walter Benjamin,Velemir Klebhnikov, Lubviov’ Popova, Vincent Van Gogh, Antonin Artaud, Alfred Jarry, Arthur Rimbaud, Alejandra Pizarnik, Diane Arbus, Robert Mapplethorpe, Gordon Matta Clark, Keith Haring, Absalon, Qlamton, Layne Stanley, Kurt Kobain, GG Allin, Wendy’O Williams, Ian Curtis, Sid Vicious, Ricky, Elvis, Rodrigo Lira, Mohamed Atta, Kafka, Oscar Wilde, Violeta Parra, Victor Jara, Syd Barret, Ana Mendieta, Roberto Bolaño, la lista es personal, sumamente incompleta y sospecho que se extienda a casi todos los sacrificados. Sus muertes debilitaron los devenires revolucionarios de sus generaciones. Algo, una fuerza unas veces más visible que otras, les hace truncar su camino con la muerte. En mi opinión es el Karma del Cristo. Instalado en nuestros corazones por aquellos que gustan de dominar. Si no lo hacen por sus propios medios y derechamente nos matan, se encargan de que nosotros lo hagamos por ellos.
Rompamos, abandonemos el karma del Cristo, no tenemos porque llevar otra revolución a la ruina de la destrucción, el lugar donde nos quieren nuestros enemigos. Romper el karma del Cristo es durar hasta viejitos, es amarse y coalicionarse sin violencia, sin perdidas humanas y menos de valiosas almas revolucionarias que es mejor tenerlas vivas y ayudando que muertas y gloriosas.
P.F.C.
1 comentario:
Se han acomodado en el pasado muchos empeños por bus-
car en Oriente pruebas del destino de las Diez Tribus de Israel
que, al menos en parte, fueron llevadas cautivas por los asirios
durante el siglo VIII antes de Cristo cuando conquistaron el
Reino del Norte de Israel. Hazrat Mirza Ghulam Ahmad de
Qadian, por ejemplo, reunió a finales del siglo XIX, en su libro
Masih Hindustan Mein, datos de muchas fuentes orientales y
occidentales. El propósito de esta obra, que en su versión
inglesa lleva al titulo de Jesus in India, consistía en confirmar
que Jesus escapo a la muerte en la cruz y mas tarde se dirigió a
Oriente para predicar a las Diez Tribus perdidas de Israel.
Estas se encontraban, según se decía, en Afganistan y Cache-
mira, adonde había emigrado. Con el tiempo, y tras su resu-
rreccion, Jesús llego hasta allí, en donde finalmente murió a la
avanzada edad de ciento veinticinco años y fue enterrado en
Srinagar. Se reivindicaba como suya la tumba de Yus Asaph.
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