28.11.05
26.11.05
EL VIAJE
La vigencia del viaje como secuencia de iniciación moral y espiritual, está en el olvido. El sicólogo Juan Carrasco sostiene que debe ser revalorizado, sobre todo en un orden social donde las responsabilidades aparecen a temprana edad – en un alto porcentaje- no sueltan hasta cuando el cuerpo no logra responder a las exigencias productivas.
Esto provoca un apagón espiritual e intelectual. Lo que es un todo termina fraccionado y vacío. El envoltorio físico es transformado en un biorobot. Incluso algunos toman la ruta de la autodestrucción. Al perder el puente con lo que es pulpa divina, en un acto desesperado incineran el cuerpo para soltar el alma.
Según Carrasco, estos últimos deben ser tenidos en compasión y recuerdo, jamás juzgados por tribunal religioso o intelectual.
Varios fueron los escritores que antes de tomar la épica de ficcionar la realidad a través del lenguaje, emprendieron periplos por rutas desconocidos, conmocionándose ante los polos en los cuales parece moverse la creación.
De los que más se tiene a la punta de la memoria son los Beats. De ellos Kerouac con su En el camino, encendió la fascinación por recorrer lo que para esa época era un laberinto de urbes preñadas con cambios sociales sostenidos por la aparición de filosofías orientales , de drogas, además del rock en su periodo de grito arengando a dejar lo establecido, en pos de un eterno momento de placer y autodescubrimiento.
El viaje implica vencimiento al miedo, ese miedo original del antroploide para bajar de los árboles, después para salir a cazar abandonando la fogata.
El viaje es el primer encuentro con las conductas humanas, en el circuito polarizado mencionado anteriormente. El protagonista debe estar abierto de corazón y mente, entender que cada hecho es la metáfora de un poema en el cuál se convierte su vida. Serán estas las herramientas con las que se esculpirá la forma final para enfrentar la muerte, la transformación. ( Palabras de Juan Carrasco en su libro Chamanismo y Metáforas )
El viaje debe realizarse lo más pronto posible, aunque puede llegar a cualquier edad. Este periplo siempre transforma al peregrino en héroe. No se debe tener miedo a la palabra, pues según Carrasco, todos lo somos y lo fuimos. No hay más grande héroe que aquel sujeto indefenso deja el vientre de su madre asfixiado, ensangrentado y permeable, para dar un grito y poner en funcionamiento los pulmones.
En un libro de crónicas étnicas de un antropólogo de nombre Arturo Verlaine , encontré el relato del hombre puma, que pertenece a una tribu del norte de América llamada los Intalas, que según el mismo autor desapareció hacia finales de los sesenta extinguida en una reservación. En este libro aparece la entrevista a un octogenario y solitario jefe de los Intalas, quien habla de la iniciación de los jóvenes . Estos una vez desarrollados fisicamente para cazar y procrear, debían ser enviados a los territorios del puma. Enfrentarse a él y traer una de sus garras además de sus colmillos que eran entregados al sacerdote o Inthalum.
Esta hazaña duraba meses y a una gran distancia de los asentamientos de la tribu. En el viaje no solo aparecían como peligro el encuentro con el puma, sino también el ambiente; tramos desérticos, enfrentamiento con otras tribus, escasez de comida.
El viaje producía al hombre. Al final el puma resultaba lo menos importante. El encuentro final con el felino se desarrollaba por parte del peregrino, curtido por los azares del viaje. Muchos guerreros contaban al sacerdote que a veces el puma parecía entregarse con facilidad al sacrificio, como ofrenda ante el enemigo superior y digno.
Una vez de vuelta, el que partió joven volvía hombre, listo para hacer familia y custodiar a los suyos.
El libro termina con una reflexión : Hoy los hombres han perdido el significado de los ritos que fortalecían su auto estima, su seguridad y voluntad para alcanzar sueños. Uno de esos ritos es el viaje. Por eso vagamos en una ausencia de nosotros mismos, dudosos y con terror a todo; pues no hemos hecho nuestro viaje para convertirnos en hombres pumas y esperar el último periplo, el más importante con la garra y los colmillos como garantía de fe.
DOCTOR AMBROSIUS.
La vigencia del viaje como secuencia de iniciación moral y espiritual, está en el olvido. El sicólogo Juan Carrasco sostiene que debe ser revalorizado, sobre todo en un orden social donde las responsabilidades aparecen a temprana edad – en un alto porcentaje- no sueltan hasta cuando el cuerpo no logra responder a las exigencias productivas.
Esto provoca un apagón espiritual e intelectual. Lo que es un todo termina fraccionado y vacío. El envoltorio físico es transformado en un biorobot. Incluso algunos toman la ruta de la autodestrucción. Al perder el puente con lo que es pulpa divina, en un acto desesperado incineran el cuerpo para soltar el alma.
Según Carrasco, estos últimos deben ser tenidos en compasión y recuerdo, jamás juzgados por tribunal religioso o intelectual.
Varios fueron los escritores que antes de tomar la épica de ficcionar la realidad a través del lenguaje, emprendieron periplos por rutas desconocidos, conmocionándose ante los polos en los cuales parece moverse la creación.
De los que más se tiene a la punta de la memoria son los Beats. De ellos Kerouac con su En el camino, encendió la fascinación por recorrer lo que para esa época era un laberinto de urbes preñadas con cambios sociales sostenidos por la aparición de filosofías orientales , de drogas, además del rock en su periodo de grito arengando a dejar lo establecido, en pos de un eterno momento de placer y autodescubrimiento.
El viaje implica vencimiento al miedo, ese miedo original del antroploide para bajar de los árboles, después para salir a cazar abandonando la fogata.
El viaje es el primer encuentro con las conductas humanas, en el circuito polarizado mencionado anteriormente. El protagonista debe estar abierto de corazón y mente, entender que cada hecho es la metáfora de un poema en el cuál se convierte su vida. Serán estas las herramientas con las que se esculpirá la forma final para enfrentar la muerte, la transformación. ( Palabras de Juan Carrasco en su libro Chamanismo y Metáforas )
El viaje debe realizarse lo más pronto posible, aunque puede llegar a cualquier edad. Este periplo siempre transforma al peregrino en héroe. No se debe tener miedo a la palabra, pues según Carrasco, todos lo somos y lo fuimos. No hay más grande héroe que aquel sujeto indefenso deja el vientre de su madre asfixiado, ensangrentado y permeable, para dar un grito y poner en funcionamiento los pulmones.
En un libro de crónicas étnicas de un antropólogo de nombre Arturo Verlaine , encontré el relato del hombre puma, que pertenece a una tribu del norte de América llamada los Intalas, que según el mismo autor desapareció hacia finales de los sesenta extinguida en una reservación. En este libro aparece la entrevista a un octogenario y solitario jefe de los Intalas, quien habla de la iniciación de los jóvenes . Estos una vez desarrollados fisicamente para cazar y procrear, debían ser enviados a los territorios del puma. Enfrentarse a él y traer una de sus garras además de sus colmillos que eran entregados al sacerdote o Inthalum.
Esta hazaña duraba meses y a una gran distancia de los asentamientos de la tribu. En el viaje no solo aparecían como peligro el encuentro con el puma, sino también el ambiente; tramos desérticos, enfrentamiento con otras tribus, escasez de comida.
El viaje producía al hombre. Al final el puma resultaba lo menos importante. El encuentro final con el felino se desarrollaba por parte del peregrino, curtido por los azares del viaje. Muchos guerreros contaban al sacerdote que a veces el puma parecía entregarse con facilidad al sacrificio, como ofrenda ante el enemigo superior y digno.
Una vez de vuelta, el que partió joven volvía hombre, listo para hacer familia y custodiar a los suyos.
El libro termina con una reflexión : Hoy los hombres han perdido el significado de los ritos que fortalecían su auto estima, su seguridad y voluntad para alcanzar sueños. Uno de esos ritos es el viaje. Por eso vagamos en una ausencia de nosotros mismos, dudosos y con terror a todo; pues no hemos hecho nuestro viaje para convertirnos en hombres pumas y esperar el último periplo, el más importante con la garra y los colmillos como garantía de fe.
DOCTOR AMBROSIUS.