2.6.09


El pasado no importa, el futuro no existe (*)


“Cuando apartamos la música de la vida lo que obtenemos es arte"

John Cage

1.- El artista, ensimismado en el caduco concepto de lo hermoso, representa hoy el mas firme exponente de que la libertad existe porque, lejos de definir con sus actos un mapa del territorio (como el actual) de progresiva aniquilación, mantiene su estatus por medio de una ilusión alimentada. La mayor de las violencias es la de la apariencia, porque niega el asalto e incapacita la respuesta. Y esa quimera sustenta un sistema que debe ser radicalmente transformado. No es la opresión la que perpetúa esta violencia, sino que es la ilusión de la libertad la que mantiene el tambaleante y viejo barco a flote y libre del azote de la tormenta. Lejos de trabajar por y para la vieja aspiración de edificar la vida , el artista se mantiene distante de ella en su modo de hacer las cosas, en su espíritu y, por supuesto, en sus intenciones. Un ejemplo: el pasado año vimos cómo el Paseo de la Castellana se llenaba de una suerte de poema dadaísta compuesto por centenares de palabras repartidas aleatoriamente sobre un techo de luz. La palabra “asesinato" convivía con “compras". ¿Queréis arte moderno? ¿Cuáles son esos deseos que se encuentran suprimidos y que el arte los visibiliza?

2.- El artista moderno, aún hoy, vive por y para esos cementerios de la contemplación pasiva y la separación de la vida llamados “museos" y nacidos junto a la burguesía moderna. El artista depende de la industria cultural, es decir, del capitalismo avanzado y su maquinaria de ocio. Vive de expectativas y mide su obra según los valores del mercado (críticos, revistas especializadas, etc). No hace por hacer sino que desea triunfar y actúa según su “éxito". Su coartada, aquella que enarbola con un vano orgullo como realizador independiente de un arte que dice ser provocador, no deja de ser tan fútil como falsa. Y lo sabe, porque ha conocido la aniquilación del arte hace más de noventa años cuando Duchamp les arrojo su retrete a los críticos y aquellos valoraron tal acto según los cánones de la belleza. Por supuesto, se equivocaron. A partir de ahí no hacen falta más discursos, ni tampoco más manifiestos, pero parece que todavía los vientos nos traen, diariamente y de la mano de nuestros peores enemigos, la cansina fanfarroneria del arte moderno. Desde entonces ya no hay más arte, pero si más aventura. Debemos liquidar el arte “para hacer posible que todo el mundo sea creativo. Es nuestra obligación convertirnos en auto-destructivos de una manera constructiva. Debemos liquidar, no sólo nuestra función como artistas, sino también el sistema del arte" (1). Fin.

3.- El arte debe plantear su urgente desaparición. Su crítica es la crítica . La urgente muerte de su cuerpo, que se resiste a ser cadáver cuando ya no tiene nada que decir, no la reclamamos para que con éste desaparezca la música, la pintura o la arquitectura, sino para que se integre en la vida misma como un todo que se expresa en un mundo libre. En un mundo donde costará distinguir lo que hoy se conoce como arte del nuevo y maravilloso escenario, de la misma vida cotidiana. Si el arte se descompone es porque camina bajo el mismo paraguas que el propio sistema. Nosotros trabajamos para acelerar ese derrumbe. Derribado el sistema=derribado el arte y viceversa.

4.- Tinguely construyó maquinas que se autodestruían a sí mismas. No podemos menos que sonreír ante la seductora imagen de aquel puñado de espectadores que corrieron despavoridos cuando a punto estuvo de causar un enorme incendio en el Museo de Arte Moderno de Nueva York con uno de sus artefactos. Pero hay más, hubo mucho más: Gutai disparó sobre un cuadro, Baudelaire llamó a la coalición de las fuerzas del mal y a pactar con el diablo, los dadaístas alemanes enarbolaron la bandera del comunismo militante a la vez que proclamaron que “el arte está muerto" lanzando vivas a “los mecanismos de Tatlin", los letristas anunciaron una revolución a escala mundial, Cage recibio la influencia del anarquista individualista Max Stirner y de ahí parte de su filosofía (sí, era un filósofo, un creador/inventor y no un artista), ZAJ tuvo la valentia de hablar en una escena en la que nadie lo hacía y, además, hacerlo de forma escandalosa, y el “artista" fluxus Flynt formó piquetes de protesta frente a los museos bajo el duro frío. ¿Y ahora? ¿Cómo se expresa el arte experimental? Arte callejero al servicio de las instituciones, sustentado y promovido por éstas, artistas de vanguardia diseñando habitáculos inmundos y edificios aburridos, ciudades en las que su aspecto aliena. Casi nada invita a la sorpresa, al horror, a lo inesperado, a la aventura y al juego.

5.- Es curioso como aún la incómoda pregunta acerca de, si acaso, el antiarte no es otra forma más de arte, no puede ser respondida. ¿Qué teme el arte moderno? ¿Negarse a sí mismo? ¿Negar su devenir? Quizás. Los artistas contemporáneos, desde que descubrieron algo más allá de los libros de arte y las escuelas de bellas artes (es decir, la vida misma) temen pronunciar la palabra “artista". Y lo hacen porque ya intuyen el fraude, pero son incapaces de salir de su prisión. Desean ser más transgresores e innovadores, pero se copian a sí mismos y se mueven en la dirección opuesta a la experimentación de Cage. Los artistas, igual que Sísifo (2), trabajan desde la inutilidad pero en el campo de lo pretendidamente revolucionario. Su publicitada “modernidad" es el eco del discurso de la organización dominante, del pastiche, de la separación consumada y la mercancía. Nadie que se autoproclame como “artista" camina en solitario.

6.- Si experimental es la ejecución de una acción que carece a priori de un resultado conocido, entonces el actual arte experimental (tan previsible, tan aburrido) se mueve seguro de su repercusión: es reaccionario y clasista. Peor aún: es conservador porque no sorprende.

7.- El gran periodo de aquellas vanguardias en la periferia del arte (1909, fecha del Primer Manifiesto del Futurismo, hasta 1972 con la autodisolución de la Internacional Situacionista o, si se quiere, varios años más tarde con el auge y derrumbe del punk como fenómeno contracultural y última expresión rompedora en el terreno del arte durante el siglo pasado) hoy debe servir para no repetir. El fenómeno de la recuperación es tangible a todos los niveles y afecta a la percepción que tenemos de nuestra historia. Al igual que el tratamiento desarticulador y fraccionado que se hace de la violencia futurista o de la anarquía de dadá, el arte moderno muestra los restos del naufragio desde la nostalgia y la autocomplacencia. El siguiente paso será la superación, no la emulación, de todos los -ismos . Y como última utopía: la supresión del arte .

8.- La falta de difusión en el estado español de ciertas obras de Cage o de buena parte de su pensamiento responde al mismo propósito que subyace bajo la pobre presentación que se hace del surrealismo en los libros y enciclopedias sobre historia del arte. Al presentarlo todo como “movimiento artístico" su dispositivo incendiario se disuelve en medio de una concepción meramente estética. No plantea, como así sucedió, que el primer surrealismo fue enémigo de la concepción burguesa del arte, trascendió los conceptos de belleza y poesía, negó la literatura y abierta, y apasionadamente, militó en la disidencia política. Estos planteamientos resultan incómodos para aquellos que desean presentar una fácil, digerible y exenta de complicaciones historia del arte.

9.- Dinamitadores, terroristas culturales y poetas que no escriben poemas han hecho ya su juicio: desean con locura la destrucción del arte y el final del “artista" como tal. Y esa locura, precisamente, será el inicio de una gran y fantástica aventura creativa. El pasado no importa. El futuro no existe.

(*) Manifiesto repartido por un equipo de La Felguera durante unas jornadas monográficas en torno a la obra de John Cage en La Casa Encendida, Madrid.

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(1) Manifiesto de La Coalición Internacional para La Liquidación Del Arte.

(2) Sísifo, según la mitología griega, fue rey de Corintio y condenado por Zeus a subir a un monte una pesada piedra que al llegar a la cima volvía a caer, obligando a Sísifo a comenzar interminablemente su tarea.

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