23.3.07


Bitácora de Cuneta: Arneas

La tristeza hace una espesa selva con calles obreras en función cívica con asfixia, selva de árboles profundos con ramas de donde salta el fruto poético Arneas ;

en cárcel de palabra verbo oscuro acantilado donde desbarrancan tranquilidades como cerdos poseídos; quema vino infernal ayuda traicionera escanseado en ceremonia nupcial de vaso y hombre; repugna la sexualidad dipsómana de trago e hígado desenfrenado en atardeceres del yo mozo.
El matonaje de la vida hace emboscada con el miedo, Arneas enfrenta espesura
como ducha de petróleo que moja sus alas de queltehue vestido de cilicio.
Los sueños de Arneas que serían flores están destripados en los tranvías de la selva noche con taco aguja y filo ; cascadas de eclipses en los ojos salta desnuda violada la esperanza exigiendo un antiguo amanecer sin aguacero

Perros al fondo del cosmos mastican el silencio la aorta de la creación
hacen insomnio época de estertores con banda sonora de Nick.

Arneas con papel graffiteado trata de rasgar la negrura del suicidio enorme, graffiti con miel y escupo vestido de palabra frente a la estatua de noche y maldad cercenando el sueño frente a la calle San Pablo;
su orgullo de bebedor de tintos cae a la derrota el tiempo abre la cortina,
Arneas cae intentando el regreso al afán pajarístico de cantar en el abismo convertirse en cometa lobo aullando y brillando frente a la guillotina hija mecánica hija hambrienta de la máquina,
y aparecen las plumas muertes sobre su lengua arco iris.

Arneas pierde un diente los viajes son arrugas;
queda lejos Buenos Aires
Madrid
Barcelona
Nueva York
París;
enrollado en un frasco de piezas y libros
Arneas es embrión flotando en su atardecer del yo mozo.


ARMANDO CARREÑO.

14.3.07

VIOLA


Y si tocan el cello con una astilla
tuerce la boca en mueca de horror que desmaya,
desfallece y recuerda sus tierras, sus edificios, castillos,
de música de oboe, traje largo y lenguas muertas,
de procesión de verbos extensos y figuras complejas,
cadáveres a la orilla del camino, bajo los laureles,
bajo las sillas, los trenes, las hierbas, margaritas,
girasoles, crisantemos y jazmines.


Y si tocan la viola con un pincel de pelo de marta
se transfigura su figura, de figura y fondo
en alma, espíritu-máquina que crea lo indecible
y recocina lo ya recocinado para orgullo de muchos
palmoteos en la espalda desnuda llena de cicatrices
viola la viola al violoncelo


Y si tocan las hojas del árbol-libro-oficio
triste queda al salir el sol, la esperanza
y cuando llegue otoño las hojas caerán
las violas, los cellos y violines
clarines de noche-luz, lazos azules que se elevan
por sobre todo, árbol-libro, murallones en cruz
pretensiones del bosque, animales que mascullan
hoja-viola, cello-niño, grillos-relojes
tiempo, siempre, viola, árbol, nunca.


Viola olvida la vida, que ya olvidé



Jaime Quezada Ortega



12.3.07

3x3








Esta x es un corredor de largas distancias que fuga en un cruce de tiempos,
sincronizados por meras presencias en fuga de cruces a pulso,
la voz en alto, el oído abierto, en cruce de cruces hacia el punto inexistente,
donde nos disuelve la voz del pensamiento numeroso en un dibujo a manos cruzadas.


Hacer vibrar la escritura en el aire es un acto sagrado, no divino.
La cebolla descascarada entre los pulmones se abre de vapores, vulnerado
así me entrego al silencio, vulnerado, hecho muchos y todos y sólo uno, en la duración.


La virilidad es mentira.
La grandeza es mentira.
Se alza la voz para desaparecer.
Es necesario.
Es necesario romper el esternón.
Despejar de las entrañas el corazón.
Es necesario perder los papeles.
Practicar el pulso del rosario.
Insistir por el rechazo.
Desear la guerra.
Ahogar el silencio.
Ser la casa.

Es necesario mostrar la vergüenza, sino donde,
si no es en la reunión de las almas.

Una sola voz habló, tajante, Ante el oficio del olvido
El oído es otro instrumento más de la memoria que se pierde en el poema,
cuando este demanda la destitución inmediata del yo por vía del álgebra desmoronante.


Pablo Fuentes C.

9.3.07

Sueños de Invierno II – (fiebre bajo cero)


Bailar

bajo las sombras de las palmas en el acantilado
una tarde de verano cálido y silente
de cuerpos que se incendian bajo el cielo
al bostezar tras tanto trago

Bailar
con la húmeda camisa pegándose al pecho
Los pies desnudos se deslizan
por entre la espesura de la hierba
rodeados por mesas
de largos manteles blancos,
que ondean el susurrar de copas al viento,
como faldas de monjas
que pasean soñolientas,
como carpas de circo antiguo,
velas de un barco
que vuela a la deriva,
mientras los gitanos
fuman sobre sus coches,
conversando en lenguas perfumadas
que delinean el letargo,
de soñar que anochece lentamente
Y el baile se desvanece tras las sombras
de ciudades lejanas, ocultas por el sol,
de torres iluminadas por las luciérnagas,
aromas suaves,
de largas cabelleras ensortijadas,
niños que musitan entre risas,
sonrisas cómplices
de mejillas encendidas,
niños que pasean despreocupados en la oscuridad,
niños que iluminados solo por sus ojos
se besan
por sobre los misterios del tiempo,
por sobre Dios,
por sobre la Eternidad.


Jaime Quezada Ortega

4.3.07

Bitácora Cunetera



prefiero morir de vino que de tedio


Lancelot Lihn